Neue US-Zollabkommen mit Japan und den Philippinen: Handelsöffnung oder politische Einbahnstraße?

Nuevos acuerdos arancelarios de Estados Unidos con Japón y Filipinas: ¿liberalización comercial o calle de sentido político?

La semana pasada, la administración estadounidense de Donald Trump firmó dos importantes acuerdos comerciales bilaterales con sus socios asiáticos: Japón y Filipinas . A primera vista, los acuerdos parecen promover el libre comercio: aranceles más bajos, nuevos paquetes de inversión y un creciente intercambio de bienes y servicios. Sin embargo, un análisis más detallado revela juegos de poder político, desequilibrios económicos y condiciones estratégicamente motivadas que probablemente no beneficien a todas las partes a largo plazo.

El acuerdo con Japón: alivio para la bolsa, dolores de cabeza para los fabricantes estadounidenses

El nuevo acuerdo arancelario entre EE. UU. y Japón estipula que los aranceles de importación estadounidenses sobre productos industriales y automotrices japoneses se reducirán del 25 % actual al 15 %. Esto otorga a los fabricantes japoneses una ventaja significativa en el mercado estadounidense, especialmente en un año electoral en el que Trump pretende exhibir sus éxitos económicos. Al mismo tiempo, Japón anunció que invertirá más de 550 000 millones de dólares en proyectos tecnológicos estadounidenses, principalmente en los sectores de semiconductores, farmacéutico y energías renovables.

Los mercados financieros reaccionaron positivamente de inmediato: el índice bursátil japonés Nikkei subió con fuerza, y las acciones de empresas automotrices como Toyota y Honda se beneficiaron directamente. Sin embargo, mientras los inversores celebraban, numerosos fabricantes de automóviles estadounidenses expresaron sus críticas. Representantes de Ford, General Motors y Stellantis advirtieron que el acuerdo socava la competitividad de sus productos. Aún deben asumir mayores costos del acero, el aluminio y las piezas, lo que otorga a las empresas japonesas una ventaja estructural en precios.

Sindicatos como el UAW (United Auto Workers) fueron aún más lejos, calificándolo de "carrera a la baja", una reducción deliberada de las normas en favor de importaciones más baratas. Un aspecto especialmente crítico: a pesar del acuerdo, persisten obstáculos estructurales para los vehículos estadounidenses en el mercado japonés. Los fabricantes estadounidenses apenas han logrado una cuota de mercado significativa allí durante años, y es poco probable que el acuerdo cambie esta situación.

Filipinas: concesiones políticas a cambio de un alivio mínimo

Tan solo un día antes, Trump ya había anunciado otro acuerdo comercial con Filipinas. En teoría, el arancel estadounidense previsto del 20 % sobre las exportaciones filipinas se redujo al 19 % —un cambio meramente superficial, pero que la Casa Blanca celebró como un avance significativo—. A cambio, Filipinas se comprometió a importar productos estadounidenses, como semillas, medicamentos y vehículos, completamente libres de impuestos en el futuro. Esto también vino acompañado de promesas de una mayor cooperación militar e inversión estadounidense en proyectos de infraestructura en las islas.

El acuerdo generó reacciones encontradas en Filipinas. Por un lado, la alianza con Estados Unidos se percibe como una protección contra la creciente presión china en el Mar de China Meridional. Por otro lado, muchos expertos económicos temen que el país esté cayendo en una nueva forma de dependencia económica. Es poco probable que una reducción arancelaria de un solo punto porcentual aporte beneficios tangibles a los exportadores filipinos, mientras que Estados Unidos está expandiendo significativamente su presencia económica en el país.

También es controvertido que no se haya publicado el texto completo del acuerdo. Los críticos alegan falta de transparencia y sospechan que el acuerdo busca principalmente la lealtad geopolítica, utilizando el comercio como medio de presión.

Un patrón estratégico

Ambos acuerdos siguen un patrón común: Estados Unidos asegura su influencia política mediante concesiones económicas. En el caso de Japón, esto se logra mediante la inversión y la apertura de mercados; en el caso de Filipinas, mediante la cooperación militar y las ventajas comerciales. Resulta sorprendente que ambos países socios, aunque por diferentes razones, tuvieran poca influencia propia. Japón opera desde una posición de fortaleza económica, pero tiene grandes expectativas que cumplir. Filipinas, por otro lado, se está acercando con mayor fuerza a Estados Unidos como resultado del acuerdo, sin obtener ventajas comerciales significativas.

Para Donald Trump, los acuerdos son sin duda una victoria política. Puede presentarlos como prueba de que su estrategia "América Primero" sigue dando resultados: con inversión, empleo y beneficios comerciales para Estados Unidos. Queda por ver si estos efectos se sentirán de forma generalizada o si sectores individuales, como la industria automotriz estadounidense, sufrirán desventajas estructurales.

Perspectivas: ¿Quién seguirá sus pasos y a qué precio?

Los últimos acuerdos envían una señal clara a la región: Estados Unidos prefiere acuerdos estratégicos individuales con socios seleccionados en lugar de depender de estructuras multilaterales de libre comercio. Para países como Vietnam, Tailandia e Indonesia, esto plantea la pregunta de si también deberían intentar negociar acuerdos bilaterales con Estados Unidos y, de ser así, bajo qué condiciones.

Una cosa está clara: el equilibrio de poder es asimétrico. Mientras Washington dicta las condiciones, los estados más pequeños se ven obligados a hacer concesiones, a menudo a expensas de su soberanía o estabilidad política interna. Al mismo tiempo, crece la presión para posicionarse económicamente entre los grandes bloques: Estados Unidos y China.

Conclusión

Los nuevos acuerdos arancelarios de Estados Unidos con Japón y Filipinas son menos una expresión de la liberalización del comercio global que parte de una estrategia a largo plazo para consolidar su poder económico y político. Aportan beneficios, especialmente para Estados Unidos, y ofrecen a sus socios oportunidades limitadas en condiciones claras. Que estos acuerdos se mantengan estables y justos a largo plazo dependerá de la confianza y la estrategia con las que los países afectados puedan representar sus intereses.

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